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Historia de la estilográfica

Para todos aquellos que amamos la escritura, bien como medio de comunicación, expresión literaria o redacción laboral, las plumas estilográficas son algo más que un mero objeto. En la mayoría de los casos, se trata de pequeñas joyas que nos acompañan en nuestro día a día, con la eficacia y solvencia que necesitamos y, además, con un valor añadido: la belleza que suele acompañarlos. Hagamos un pequeño repaso a la historia de la estilográfica.

Sin embargo, y aunque nos pueda parecer un objeto moderno, son muchos los siglos que le acompañan. Tiempo en el que ha ido evolucionando hasta convertirse en un verdadero tesoro de colección. De ahí que, además de tener una vida útil, también supone una interesante inversión. Pero ¿sabes cómo funciona y cuál es su historia?

¿Qué es una pluma estilográfica y cómo funciona?

Es también conocida como pluma, estilógrafo o pluma fuente. Se trata de un instrumento creado para la escritura o dibujo que lleva un depósito de tinta en su interior. De esta forma se evita mancharse los dedos. Este depósito de tinta líquida, con base de agua, libera un hilo de tinta que cae por una acanaladura hasta el plumín o la punta. Esto se produce gracias al efecto de la gravedad y la capilaridad.

Las principales partes de una pluma estilográfica son:

  • Cuerpo central o barril: es la zona por donde agarramos la pluma para escribir. Suele estar fabricado de distintos materiales como madera o metales preciosos. 
  • Cargador: se encuentra dentro del cuerpo central y donde se deposita la tinta, que bien puede ser con cartuchos desechables o recargados directamente.
  • Plumín: es la punta metálica por donde sale la tinta para la escritura. Generalmente está realizada en acero, aunque en los modelos de lujo también la podemos encontrar en oro.
  • Capuchón: su misión es proteger el plumín. 

Historia de la estilográfica

Siglo X: el origen

La primera mención histórica que se ha encontrado refiriéndose a una pluma para la escritura con depósito interno, nos llega en el siglo X, concretamente en el año 973. El califa del Magreb, Ma’ad al Mu’izz, pidió a sus consejeros que inventaran un instrumento de escritura que le permitiera mantener las manos limpias. Es así como se creó la primera pluma estilográfica. 

Del siglo XVII al XIX: la llegada del plumín

Así se mantuvo durante los siglos siguientes hasta que en el siglo XVII, un inventor alemán llamado Daniel Schwenter, creó un instrumento más logrado tomado como base 2 plumas que contenían tinta en su interior y se unían a través de un corcho.

En el siglo XVII existe otro documento en el que se nombra a una pluma de metal que contenía tinta. Fue Samuel Pepys, administrador naval inglés. 

Pero fue en el siglo XIX cuando se extendieron, haciéndose más populares. Esto fue gracias a la fabricación masiva de plumines con materiales más económicos. En 1827, el gobierno francés otorgó la patente a un inventor rumano, Petrache Poenaru, estudiante de París y que inventó la pluma estilográfica con tinta reemplazable. Sin embargo, no iba a quedarse ahí, todavía le quedaba un buen tramo por recorrer.

En el año 1870, Duncan McKinnon y Alonzo T. Cross, ambos estadounidenses, crearon plumas con el plumín hueco y un alambre como válvula. Diez años después empezaron a producirse de forma masiva siendo las más conocidas las de: Waterman, Plumingo, Wirt y Bloomsburg.

Siglo XX: la perfección

Sin embargo todavía quedaban por solucionar algunos detalles como los escapes de tinta que se producían. Es así como en 1907 se inventa el plumín retráctil para evitar este problema. Las más famosas fueron: Parker Jack Knife Safety y la Swan Safety Screw-Cap.

En Europa sería el alemán, Günther Wagner Ruperstinky, el que en 1929 introdujo las plumas estilográficas de Pelikan. Aunque en las décadas de los 40 y 50 ya empiezan a aparecer los bolígrafos, todavía sigue reinando la estilográfica. Durante esa época aparecen: Parker 51, la Sheaffer Triumph y la Eversharp Skyline.

En 1960 los bolígrafos ya eran de uso común, sin embargo en países como Alemania o Francia todavía se seguían manteniendo las plumas como único instrumento de escritura. Es cuando aparece la firma Montblanc creando estilográficas para un uso más exquisito y refinado y marcando un punto de inflexión en la historia de la estilográfica.

A lo largo de todos estos siglos, las plumas estilográficas han acompañado a la humanidad en los momentos más precisos e importantes de la historia. Gracias a ellas hemos conocido grandes obras literarias, se han firmado pactos fundamentales para la convivencia o se han creado auténticas obras de arte en el mundo de la ilustración. En el día de hoy siguen estando vigentes, tanto en el uso como como preciado objeto de colección.


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